viernes, 8 de octubre de 2010

Miguel Grau Seminario enseñó al mundo que la Patria se defiende con la propia vida

MIGUEL GRAU

El máximo héroe de la Marina de Guerra del Perú, nació en Piura el 27 de julio de 1834, fruto del matrimonio conformado por don Manuel Grau y Berrío y de la dama Luisa Seminario del Castillo. Los primeros años de su infancia transcurrieron en el puerto de Paita, quedando cautivado desde muy pequeño con la grandeza del mar, tanto así que con sólo nueve años de edad tuvo su primera experiencia navegando a bordo de un bergantín, el “Tescua”, pero la travesía no culmina a causa de un naufragio.

Era marzo de 1843. Retorna a Paita, siempre con su pertinaz obsesión de seguir viajando. Hay otra oportunidad para hacerlo, y de nuevo invoca a su padre para que le diera permiso, al ver la insistencia y arrojo del hijo accede; y, cuando ha cumplido diez años, emprende su segundo viaje a bordo de la goleta “Florita”, y pronto a latitudes distintas y lejanas.

Con estos viajes inaugurales, Grau inicia su carrera en el mar, iniciándose como grumete. Pasarían diez años, durante los cuales cubre su niñez y adolescencia, tiempo en que navega en diez barcos de distinta bandera, en los cuales acumula valiosas experiencias que más tarde serían base fundamental para su vida profesional.

El 18 de agosto de 1853, postula al servicio naval, tenía tan sólo 19 años de edad y ya había navegado más de 102 mil millas náuticas, distancia equivalente a 4.7 veces la circunferencia de la tierra, según estudios realizados por la Dirección de Hidrografía y Navegación de la Marina de Guerra del Perú.

Su primer embarque lo realizó a bordo del vapor “Rímac”, luego en el pailebote “Vigilante”, por pocos días en el “Izcuchaca” y en 1856 fue transferido al vapor “Apurímac”. En la vida civil, Grau inicia una segunda etapa de su carrera mercante y más tarde, en 1863 se reincorpora a la Armada Nacional y es ascendido a Teniente Segundo. Tres meses después, asciende a Teniente Primero.

Y, luego como Capitán de Corbeta es enviado a Europa y de allí viene comandando la famosa corbeta Unión, a cuyo mando le corresponde participar en el combate de Abtao (7 de febrero de 1866) contra la Escuadra española, como corolario de los incidentes surgidos con la Madre Patria. Se retira por segunda vez de la Armada, obteniendo el mando del buque mercante “Puno”, de la compañía inglesa.

A fines de 1867, el Capitán de Fragata Miguel Grau regresa al servicio como Comandante del Huáscar y podemos decir que, con cortos intervalos, identifica su carrera naval con la del inmortal monitor cuyo mando tuvo cerca de nueve años. Teniendo ya el rango de Capitán de Navío fue nombrado como Comandante General de la Escuadra, Comandante General de la Marina y, es elegido Diputado por la Provincia de Paita.

La personalidad de Grau queda destacada en todo momento, presentándose sin mancha ni tacha alguna ante el veredicto de la Historia y su memoria es una fuente inagotable de elevación, de grandes pensamientos y valores. También se le considera como ejemplo sin igual en el hogar que comparte con Doña Dolores Cavero y Núñez.

El 5 de abril de 1879, Chile nos declara la guerra, viéndose envueltos el Perú y Bolivia aliados en una contienda que ensombreció los cielos de América. La única Escuadra de los aliados era la peruana, aventajada por la chilena en número de barcos, en poder naval y en modernidad de elementos.

Ante esta situación, el Capitán de Navío Miguel Grau obtuvo el nombramiento de Comandante General de la Primera División Naval, formada por el blindado Independencia y el monitor Huáscar: Grau izó su insignia en éste último, por el cariño que le tenía.

Hasta octubre de 1879 sucede un intenso período bélico en el mar, el cual atrae la admiración de las gentes y presenta a Grau, ante la conciencia universal, como uno de los marinos más valientes y más intrépidos de la época.

Desde el 21 de mayo de 1879, fecha del triunfo del Combate de Iquique, el Huáscar quedó solo, como el único buque de guerra capaz de enfrentar al enemigo, pues, en dicho encuentro mientras hundía con su espolón a la Esmeralda, se perdió la Independencia. Pese a tal desgracia y reducida nuestra Escuadra a un blindado, bombardea las fortificaciones de las costas chilenas, apresa buques adversarios, se bate con limpia hidalguía ante poderosas unidades.

Sus correrías impiden que el territorio peruano sea invadido, porque Grau, protegía al Perú haciendo, en forma admirable, el papel de toda una Escuadra la cual realiza el milagro de la guerra naval del Pacífico. Para vencer a este débil pero titánico monitor, fue recurso del adversario reunir todo su poderío naval a fin de darle caza constante.

Como tenía que ocurrir, ante tanta audacia en aguas enemigas, y ante preparativos y el clamor público de su país, la escuadra adversaria se concentra en Punta Angamos, el 8 de octubre de 1879, avanzando sus poderosos barcos desde distintas direcciones. La distancia se acorta y ocho poderosos navíos cierran un cerco de muerte alrededor del hasta entonces, invulnerable monitor.

Miguel Grau y sus oficiales estaban en sus puestos, listos a fin de consumar el holocausto ante el altar de la Patria. El Almirante Grau mientras dirigía el combate desde su torre de mando, fue entonces que las poderosas andanadas del enemigo sembraron la muerte y la destrucción sobre la cubierta del Huáscar, rindiendo su vida el Héroe con su cuerpo destrozado y volado en pedazos. El mando del monitor fue tomado por orden jerárquico y uno a uno cayeron derribados por el fuego enemigo.

Para los peruanos, Miguel Grau siempre será el Caballero de los Mares, el egregio marino más de América y El Peruano del Milenio.

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