miércoles, 6 de abril de 2011

MALVINAS: UNA PEQUEÑA GRAN GUERRA Y EL PRIMER CONFLICTO DE LA ERA MISILISTICA

Malvinas fue una causa justa en manos bastardas

03/04/11 A 29 años del inicio de la guerra, conviene recordar el valor de los que pelearon con dignidad, y la cobardía y la impericia de quienes comandaron políticamente las acciones.

PorMartín Balza

Malvinas fue una causa justa en manos bastardas

Malvinas fue una causa justa en manos bastardas

Una pequeña gran guerra y el primer conflicto de la era misilística. Así calificaron algunos autores a la guerra de Malvinas, pero es muy importante destacar que, pese a los adelantos tecnológicos, en el combate se puso de manifiesto el rol decisivo de la infantería de todos los tiempos.

La guerra tuvo casi la misma duración que la del Golfo, en 1991, en la cual la campaña aérea estadounidense duró 38 días y la terrestre sólo 4 días (en total 42 días), con un saldo de 144 estadounidenses muertos en combate. En Malvinas, la campaña aérea y naval británica duró alrededor de 20 días y la terrestre 24 días (en total 44 días), con un saldo aproximado de 300 británicos muertos en combate.

El adversario empleó simultáneamente una estrategia de desgaste y de estrangulamiento.

La primera, a partir del 7 de abril, consistió en la amenaza marítima, sanciones económicas junto con sus aliados de la OTAN, gestiones diplomáticas y un efectivo empleo de la acción psicológica. La segunda buscó la batalla decisiva mediante un cerco marítimo, aéreo y terrestre a partir del 1° de mayo.

La batalla del cerco que condujo al aniquilamiento perfecto se vio facilitada por la ejecución de una defensa lineal carente de profundidad, movilidad y reservas. Ésta fracasó históricamente, aun en los casos de fortificaciones sólidas y consideradas infranqueables, como la famosa línea Marginot.

El Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas (EMCFFAA) evidenció, tanto antes de las operaciones como durante ellas, ser un organismo inoperante y burocrático. Desconoció la importancia que tiene en la guerra moderna un sensible recurso de la conducción como es la acción sicológica, que incide no sólo sobre las tropas que combaten, sino también sobre otros países y el propio enemigo, que, por el contrario, hizo un por demás efectivo empleo del citado recurso.

Los miembros de la Junta Militar (general Galtieri, almirante Anaya y el brigadier Lami Dozo) y otros altos mandos que visitaron las islas, y se fotografiaron en ellas antes de que se iniciara la guerra, se borraron cuando comenzó el ruido de combate y silbó la metralla .

No asumieron su responsabilidad ante la derrota, iniciaron un proceso de “desmalvinización” y no rescataron los valores de la gesta, en el campo táctico (en la zona de combate en las islas). Allí es donde mueren las palabras y sólo valen las acciones. Buscaron chivos expiatorios entre los jefes que combatieron; muchos generales olvidaron que no podían justificarse y eludir sus responsabilidades por la batalla perdida e invocaron estériles argumentos, como decir que, contrariamente a su voluntad, tuvieron que cumplir órdenes de Galtieri. En ese caso, les quedaba el camino de la “desobediencia debida”, que no se produjo.

Sobre la Junta Militar el informe Rattembach, entre otras consideraciones, puntualizó: “No realizó una apreciación completa y acertada de la reacción británica, de los Estados Unidos, del Consejo de Seguridad de la ONU, de la Comunidad Económica Europea y de la OEA. Máxime teniendo en cuenta que el gobierno estaba seriamente desprestigiado en la comunidad internacional, que los Estados Unidos nos habían embargado e impedido importar armamento, que no teníamos buena relación con los países No Alineados y que el conflicto con Chile estaba vigente”.

“Como máximo órgano del Estado, condujo a la Nación a una guerra con Gran Bretaña, sin estar debidamente preparada para un enfrentamiento de semejante magnitud , pues se trataba de una potencia del Primer Mundo que recibiría apoyo de los más importantes países.

No logró el objetivo y llevó a nuestro país a una crítica situación política, social y económica” .

“Confundió -con premeditada intencionalidad- un objetivo circunstancial, subalterno y bastardo, como la necesidad de revitalizar la alicaída dictadura militar, con una gesta aglutinadora y legítima de reivindicación de algo incuestionablemente argentino”.

Finalmente, ninguna ceguera intelectual ni fabulación histórica puede negar la profesionalidad, aptitud y entrega de las Fuerzas Armadas y de Seguridad en las islas, a pesar de la ineptitud de una conducción superior que evidenció capacidad sólo para disponer, ignorar y malgastar valiosos recursos humanos. Así lo consignó también el citado Informe Rattembach, que evaluó también el comportamiento de las tropas en combate: “Es importante señalar que hubo Comandos Operacionales y Unidades que fueron conducidas con eficiencia, valor y decisión. En esos casos, ya en la espera, en el combate o en sus pausas, el rendimiento fue siempre elevado. Tal el caso, por ejemplo, de la Fuerza Aérea Sur, la Aviación Naval, los medios aéreos de las tres Fuerzas destacados en las islas, el Comando Aéreo de Transporte; la Artillería de Ejército y de la Infantería de Marina; la Artillería de Defensa Aérea de las tres Fuerzas Armadas, correcta y eficazmente integradas, al igual que el Batallón de Infantería de Marina 5, las Compañías de Comandos 601 y 602 y el Regimiento de Infantería 25. Como ha ocurrido siempre en las circunstancias críticas, el comportamiento de las tropas en combate fue función directa de la calidad de sus mandos ”.

Las Malvinas son incuestionablemente argentinas desde el punto de vista histórico, geográfico y jurídico, usurpadas y actualmente ilegítimamente ocupadas por el Reino Unido. La recuperación en 1982 fue una causa justa en manos bastardas.

Ilustración: Horacio Cardo.

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