martes, 31 de mayo de 2011

ESTRATEGA MILITAR CHILENO: EL ACTUAL ORDENAMIENTO TERRITORIAL ANDINO ESTA EN COLISION CON LA MODERNIDAD

Se viene el cambio del mapa geográfico de Sudamérica

Este artículo, escrito por un estratega militar chileno, no esconde la posición de la Transandinia en el tema marítimo, ni la cuestión de las dos naciones y la territorialidad en los Andes Centrales, como tampoco el justificado reclamo de la salida al mar de Bolivia. Circula como un documento político de extrema gravedad y desafía a la geoestrategia argentina, que nuestro gobierno considera un tema menor.

El autor comienza señalando que Bolivia está en un callejón sin salida. Más que un país sin salida al mar es un lugar sin salida al desarrollo. Para la mayor parte del mundo desarrollado lo que acontece en Bolivia es un conflicto típico del cuarto mundo, un conflicto de pobres, revoltosos, excluidos e inviables; como otros que presentan los noticieros sobre Liberia, Sierra Leona, Eritrea, Zimbabwe o Haití. Sólo que este conflicto esta aquí, en el “patio trasero” de Sudamérica y lo que acontezca en Bolivia será un detonante para revertir la estructura del poder en hasta tres países andinos. En los Andes centrales están ocurriendo acontecimientos trascendentes, preocupantes y decisivos.
Ciertamente Bolivia no se parece a Suiza, República Checa, Luxemburgo y otros países mediterráneos de Europa. Ni siquiera a Austria y Hungría que perdieron su salida al mar en 1918 después de la Primera Guerra Mundial. En cambio Bolivia sí que se parece a las zonas alto andinas del sur del Perú -soberanas para su acceso al mar- en especial Puno, Cuzco, Arequipa, Apurimac, Ayacucho y Huancavélica. Las tierras altas de los Andes centrales. Cualquiera que visite estas zonas se dará cuenta de esto, menos los gobernantes y dirigentes políticos que han dominado el poder en el Altiplano. ¿Un engaño histórico y sistemático?


¿Una salida al mar acortará un centímetro la distancia que separa a los productos de Bolivia de sus mercados y clientes en el mundo, o esclarecerá qué tipo de cambio económico y social está motorizando Evo Morales, como comentábamos hace días en esta misma página? ¿O mejorará las carreteras, ferrovías y accesos a puertos de embarque de que ya dispone? ¿Porqué Bolivia no ha creado una marina mercante si el derecho internacional la asiste, o porqué no ha construído un puerto en Ilo, en terrenos ofrecidos por el Perú, que pueden ser tan profundos como los de Antofagasta? ¿O acaso la mediterraneidad de Bolivia por causa de la guerra con Chile hace más de cien años, sólo ha sido un chivo expiatorio para justificar ante un pueblo ignorante y oprimido el fracaso de sus gobernantes para administrar este país de grandes riquezas, cuna de culturas notables y del nacimiento del Tawantisuyo?


Es que el acceso soberano al mar no garantiza el desarrollo y no existe evidencia geográfica en el mundo que la sustente. El problema de la falta de desarrollo y las dramáticas carencias sociales de las zonas andinas de Bolivia y el Perú, tienen que buscarse en el contexto geográfico, sociopolítico, cultural y étnico en que está inmersa esta región. Esto no viene desde el fin de la guerra del Pacífico (1879 a 1884), cuando Chile ocupa y anexa Antofagasta y deja a Bolivia sin mar. Esto viene desde muy atrás, desde la irrupción de la conquista española en los Andes en el siglo XVI.
Este documento reservado de origen castrense sostiene que los espacios geosociales en conflicto con principalmente las naciones étnicas. Tierras altas y tierras bajas son temas complejos en los Andes centrales. Las divisiones entre la sierra y la costa en el Perú y el Ecuador (serranos versus criollos) son tan profundas como las que existen entre el Altiplano y el Oriente boliviano (entre coyas y cambas). Son dos mundos distintos en lo geográfico y cultural, con una complejidad única y con relaciones aún desconocidas para nuestra comprensión y tecnología y con un componente étnico en creciente efervescencia. Bolivia y el Perú ocupan hoy un espacio geográfico que es una división territorial artificial y exógena, más no étnica ni cultural. De un lado las sociedades y economías de las tierras bajas más o menos integradas al desarrollo global de corte occidental. De otro lado las sociedades de las tierras altas, localistas, recelosas y resistentes al conocimiento y al cambio. Pero en estos países y a diferencia de Chile las primeras son sólo enclaves o islas de modernidad (los barrios selectos de las principales ciudades y centros turísticos), extendidas e inmersas en un mar de atraso y miseria como es el resto del territorio.


Ciertamente Bolivia (como el Perú y Ecuador en Sudamérica), son países y repúblicas soberanas y democráticas de corte occidental, pero no son naciones, a diferencia de Chile. En estas repúblicas aún prevalece el culto a la formalidad del Estado y la creencia en que la sola virtud de las leyes escritas y promulgadas organizará al Estado y a la sociedad. Pero son países que no han podido crear una Nación, aquel conjunto de fuerzas espirituales superiores que transforman al Estado en un ser viviente, provisto de un espíritu y de un alma colectiva. La conciencia de Nación es una mano invisible, la que mueve al control ciudadano contra la corrupción, al bien común por sobre el interés personal y al empleo en el Estado como un servicio público.
Ésto no ha ocurrido en gran parte de las repúblicas de América Latina y es su gran problema desde su independencia hasta la actualidad. Esta es la “madre del borrego”. La mayoría de países no han podido ir más allá de este Estado orgánico y formal heredado de la Colonia. ¿Es que acaso el Estado aquí no ha sido una estructura para la dominación del pueblo, un resabio colonial burocratizado, monstruoso e indolente y el botín que hay que repartir entre quienes asumen el poder? Entonces, tras 180 años de vida republicana, aquí el Estado… ha fracasado. Ciertamente, 500 años de colonialismo español e institucionalidad republicana han dejado huella en los pueblos originarios de los Andes centrales.

Pero aquí ha sido para mal. Si no ¿cómo explicamos que quienes construyeron Tiawanaku y Machu Pichu cultivaron millones de hectáreas en los Andes, domesticaron plantas y animales y descubrieron los métodos y técnicas para regar y ocupar el desierto... hoy deban ser alimentados con alimentos donados por la caridad internacional? ¿Es que acaso no han sido casi 500 años de dominio mediante el alcoholismo, la coca (y la consiguiente involución genética masiva), la extirpación de idolatrías y del conocimiento ancestral, la dominación de la masa popular por la ignorancia, el imperio de los “grandes señores de horca y cuchillo?”.
De allí que podemos explicar cómo los pueblos originarios de estas tierras sólo sienten a la institucionalidad republicana que los gobierna como una imposición cultural externa y ajena a sus costumbres e intereses. Por lo cual reivindican un estatus de nación prevaleciente o anterior a las repúblicas, e incluso a la conquista española misma. La opción de la conciencia nacional en los habitantes de los Andes centrales se remite paradójicamente..., al imperio del Tawantisuyo Hablando de Bolivia, ¿puede existir desde el gobierno una política de dominio territorial para el desarrollo, cuando la nueva constitución boliviana reconoce 163 repúblicas (que en realidad son etnias) dentro de una, y cada una de las cuales se reconoce autónoma de la otra? El actual ordenamiento territorial andino está en colisión con la modernidad. Los pueblos originarios andinos se aprestan a resistir a la globalización y la modernidad. La globalización les encontró sin empresas, sin conocimientos, sin educación y en un espacio geográfico y social profundamente desestructurado. Es que ahora casi no tienen opciones de desarrollo y no confían en los extranjeros ni ONG´s o “desarrollos alternativos”.
En definitiva, se necesitan refundar las repúblicas, pero creando simultáneamente una Nación. Parece ser ya muy tarde y no aparece el líder que pueda personificar esta tarea en el marco democrático tradicional. Los Estados republicanos en Bolivia (y pronto puede ser el Perú) están agonizando y sus líderes políticos no los salvarán. Bolívar ha sido superado por Pachacútej... Se vienen tiempos difíciles sin duda y extraños incomprensibles para muchos. Los conflictos no serán entre países sino al interior de los países, frente a la ebullición de naciones ancestrales en demanda de su territorialidad. Al punto que Arica y El Alto serán los puntos neurálgicos del conflicto.
¿Porqué El Alto, la aglomeración indígena que rodea a La Paz? Es la nueva capital cultural del Altiplano, una creación aymara en las tierras altas pobladas por 10 millones de personas en vigorosa efervescencia. ¿Porqué Arica? Siempre ha sido clave para el control de la costa del Pacífico en Sudamérica, el punto neurálgico entre el norte y el sur, y entre el mar y la cordillera. Ambos puntos simbolizan dos naciones y dos organizaciones y estilos de vida distintos. Un conflicto de ideas y símbolos, de migración y desarraigo de los ciudadanos más prósperos y capacitados, de intensificación de asimetrías y desigualdades.
¡A leer y comprender la historia, la cultura y la territorialidad de las naciones en conflicto en los Andes centrales! El mapa político de Sudamérica está por cambiar.

Fuente : Trinchera de Patriotas

1 comentario:

  1. Los enagenados mentales chilenos son tan igual que los bolivianos,todo el norte chileno es pobre de recursos,agua,buenas tierras...es obvio que hagan sus pajeos mentales,pero la verdad no tienen ni la fuerza,ni la capacidad para si quiera hacer cosquilleos a Bolivia.Chile no tiene salida...seguirá muriendo de sed y llorando.

    ResponderEliminar

CHAT PERUMILITAR